Una señora llamó a un veterinario para que examinara su gata
- No sé que le ocurrirá, - dijo- Parecería que fuese a tener gatitos, pero eso es imposible. Nunca sale de casa si no es conmigo, y yo no la dejo sola ni un momento.
El veterinario examinó al animal y afirmó que sin duddsa alguna esperaba familia.
- No puede ser - repetía la señora- ¡Eso es imposible!
En ese momento un gato enorme salió de bajo del sofá.
- Aquí está la explicación- dijo el veterinario.
- No diga tonterías - respondió la señora- ¡Ese es su hermano!
Un político despierta despues de una operación y ve que las cortinas de su cuarto están corridas.
-¿ Por qué están cerradas las cortinas? - le pregunta a la enfermera- ¿Acaso ya anocheció?
- No- responde la mujer-. pero hay un incendio en la calle de enfrente, y no queríamos que usted despertara y creyera que no habia salido con vida de la operación.
-¡Querida!, ¡querida! ¡ Acabo de dejar el cigarrillo!
- Te felicito, mi amor! Eso se llama fuerza de voluntad.
- No, eso se llama distración. ¡Ayúdame a encontrarlo antes de que se incendie la casa!
¡ Justina! ¿puede usted decirme por qué la encuentro siempre leyendo una fotonovela cuando entro en la cocina?
- ¡Ay, qué graciosa la señora! Porque usted usa zapatos con tacón de goma....
La joven estaba exhausta antes de terminar su luna de miel. ¡Tal era el ardor de su marido, de 75 años de edad!
Aprovechando que él habia ido a afeitarse, escapó del cuarto y bajó, tambaleante, a la cafeteria del hotel.
- ¿Qué le pasa, señora? le preguntó la mesera- ¿Cómo es posible que, siendo él un vejestorio, se haya agotado usted tan pronto?
- ¡Ese hombre me engañó! Cuando dijo que llevaba sesenta años ahorrando, ¡creí que hablaba de dinero!
El paciente estaba sumamente preocupado
- ¿Está usted seguro de que tengo pulmonía, doctor? - pregunto-. Me han contado de casos en que el médico diagnosticó pulmonía y el paciente murió de otra cosa.
- No se preocupe - le dijo el médico-. Cuando yo trato a un paciente de pulmonia, muere de pulmonía.
El nuevo sacerdote, hombre sencillo y apacible, venia a encargarse de una parroquia en que muchos residentes criaban y mantenian caballos de carreras. A las pocas semanas, uno de los feligreses le pidió que aplicara las oraciones de los fieles por la salud de Lucia Gray. El cura lo hizo de buena voluntad, y hasta con gusto.
Al cuarto domingo, el que habia hecho la petición le notificó que ya no hacia falta rezar más por Lucia Gray.
- ¿Qué pasó? - pregunto alarmado el clérigo-. ¿Ha muerto?
-No. Es que ya ganó la carrera...
En un tren iba un hombre y se reía despacito y solo. De pronto soltó senoras carcajadas.
Un pasajero le preguntó:
- Disculpe, caballero, ?Podria decirme qué le causa tanta risa?
-Muy sencillo. Para distraerme durante el viaje me vengo contando chistes, pero este último estaba muy bueno ¡y no me lo sabía!
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